¿Recuerdas tu último viaje?, ¿cómo te sentiste al conocer un nuevo lugar?
Sin importar si viajaste en soledad, acompañado o acompañada, seguramente experimentaste un sentimiento de felicidad. Esto tiene una explicación científica: Viajar estimula la producción del cerebro de la hormona de la felicidad.
El Instituto Coleman señala que la dopamina, hormona que regula las emociones, se libera cuando “hay una oportunidad realista de que tengamos una experiencia placentera”.
Viajar nos cambia el ‘cristal’ con el que miramos
Después de meses de extenuantes jornadas laborales o escolares, en los que también permanecemos inmersos en preocupaciones como el tráfico, compromisos personales y/o familiares, así como el estrés, nuestra forma de percibir el mundo puede asemejarse a mirar a través de un cristal sucio.
Nuestra óptica se encuentra distorsionada. La claridad se encuentra al salir de ese aparador por unos instantes.
La especialista Amy Hale, afirma que el simple hecho de cambiar de entorno permite a las personas una nueva visión del mundo.
“Los lugares en la naturaleza nos relajan. Nuestra capacidad de concentrarnos es mejor y nos involucramos más emocionalmente”, indica en su artículo publicado en la revista Psicology Today.
Añade que mientras la planeación causa expectativa, el viaje en curso causa asombro y curiosidad.
Viajar es su fuente de bienestar
Opodo, una de las principales agencias de viajes en línea de Europa, realizó un estudio que analiza la “viajeterapia”, refiriéndose a los efectos positivos de las vacaciones en la salud mental de las personas.
Encuestó a 10 mil hombres y mujeres, a quienes realizó preguntas relacionadas con el estado de ánimo que experimentan al salir de viaje. El 96 por ciento afirmó que viajar es su fuente de bienestar.
Para ese grupo de europeos, las vacaciones placenteras consisten en:
- Relajarse y no hacer nada (45%).
- Hacer turismo (41%).
- Ir a la aventura (18%).
¿Tristeza al regresar?
Hay quienes consideran que después de unas vacaciones pueden experimentar un sentimiento de tristeza o depresión por regresar a la cotidianidad, sin embargo, un estudio publicado por la revista Springer demuestra que la felicidad que genera un viaje es de larga duración, pues el simple hecho de recordarlo puede brindar una sensación de felicidad y placer.
Adquirir nuevas experiencias, según la ciencia, es uno de los factores principales para mantenernos en un estado placentero. El psicólogo Jaime Burque explica además que ha observado cómo viajar ha permitido que múltiples pacientes superen miedos, inseguridades, ansiedades o bloqueos vitales, pues salieron de su zona de confort y se atrevieron a embarcarse rumbo a lo desconocido.
Sin embargo, no se trata de una actividad que mágicamente liberará a las personas de sus problemas.
«Obviamente, viajar no es ninguna pastilla mágica, y no puede ser la panacea de nada. Pero cuando lo utilizamos para encontrarnos a nosotros mismos, puede suponer un cambio de actitud que, a su vez, puede provocar un viraje en la dirección que estamos tomando en nuestra vida», informa el experto.